jueves, 8 de marzo de 2018

Memoria genética (micro-relato)




                Realmente no sé porque lo hizo, pero pasó. Ella tan perfecta se acercó con una sonrisa, al parecer no sentía miedo, quizás era nueva y no conocía mi oscura historia, esa que me condenaba por siempre a la soledad. Yo almorzaba y ella traía un envase con algo parecido a una ensalada de frutas. Preguntó si podía sentarse junto a mí. Yo pensé que estaba loca al hacerlo, pero asentí como si no me importara. Creo que la salvé al atravesar su garganta con ese cuchillo, jamás le iría bien al estar con el hijo de un asesino.

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Bella e imposible como la ira al despertar cada mañana con el café ya frío con las ganas de denunciar al cabrón del piso de arriba...